viernes, 25 de diciembre de 2009

Por qué soy ateo

En estas fechas tan señaladas - y con esta frase tan manida - tanta páliza con el tema religioso me ha inspirado los recuerdos de como he llegado a opinar que no existe dios alguno, ni vida detrás de la muerte, ni nada de eso.

Como al 99,99% de las personas nacidas en este país en los 70, a mí me han bautizado por el rito cristiano católico apóstolico romano. Por lo que yo recuerdo, crecí creyendo. Todo el mundo creía en Dios, ¿por qué no iba a hacerlo yo también?. Mirando hacía esos años, hacia mi infancia, creía por conformismo. Creía porque era lo que me habían educado para creer. Pero sobre todo, creía porque quería a mis padres, mis abuelos y demás parientes, que eran creyentes como lo era todo el mundo. No es que fueramos todos especialmente fervorosos, como creo que no lo era casi nadie entonces, pero la idea de un Dios y una vida después de la muerte a la que aspirabamos formaba parte de nuestro Weltanschauung, o Cosmogonía. Era así y punto.

Conforme crecía a través de mi pubertad me seguí manteniendo fiel a las creencias que me habían dado. No era fácil, puesto que era más consciente del mundo y, con ese conocimiento surgían elementos que contradecían todo lo que me habían dicho de niño. Como por ejemplo, la teoría de la Evolución con el mito del Arca de Noé. Lo que más expandió mis horizontes en está época fue un interés creciente por la historia, que me pusó en contacto con eventos de la Antigüedad que contradecían a la Biblia. Al final hice lo que creo que muchos cristianos han hecho para conciliar el mundo real con el de las creencias: no tomar al pie de la letra lo que aparecía en la Biblia. Simplemente, estaba lleno de alegorías. Eran cuentos que se utilizaban para educar e inspirar a la gente, y había que apreciarlos por este efecto que tenían, y no como narraciones literales. En mi visión del Universo, había existido un ser superior y benevolente que había tomado parte activa en el Big Bang, y con ello, había dado lugar al cosmos y, por una larga cadena de eventos sin intervención divina, a nosotros.

Con tener el sistema de creencias bien estructurado en mi cabeza no me bastaba. Era necesario que hubiese un pilar en nuestro mundo real y actual que diese apoyo a mis creencias. Ese apoyo lo daba las llamadas "Experiencias Cercanas a la Muerte". En estas, personas que estaban clinícamente muertas por unos minutos o en coma experimentaban una serie de visiones con unos puntos comunes: flotaban por encima de sus cuerpos, aparecía una luz por la que se sentían atraidos, y se les aparecían familiares y amigos muertos con los que hablaban. Estaba bien claro. Los aspectos comunes de estas visiones de personas diferentes y no relacionadas entre sí reforzaban su veracidad. Si eran veraces, eran la demostración de que había una vida después de la muerte. Y si había una vida después de la muerte, Dios existía también. Era una realidad presente y actual, como las ECM.

Entonces, durante mis primeros años de universidad, entre en contacto con nuevos conocimientos que, de nuevo, me obligaban a reordenar mi visión del mundo. Las primeras informaciones me llegaron en la forma de inocente noticia de prensa, en la que se comentaba como había adolescentes que voluntariamente se provocaban asfixias para experimentar visiones causadas por la falta de oxígeno en el cerebro. Os podrá parecer absurdo, pero yo antes desconocía que la falta de oxígeno provocase alucinaciones. Yo sólo creía que provocaba la muerte, o mareos y desmayos. Lo cierto es que, de esta forma, inicié una época de introspección, de aprender quién era yo exactamente, y porque pensaba y sentía lo que pensaba y sentía.

Fue en esta introspección, en esta inspección interior que no contemplo para nada como algo místico, sino un mero ejercicio natural de mi inteligencia y mi razón, cuando empecé a constatar que era perfectamente posible que Dios fuera un producto de mi imaginación. Contemplo la fe y la creencia como algo total, carente de ambages, y por eso deje de ser creyente en ese momento. No se podía ser cristiano y a la vez tener dudas sobre la existencia de Dios.

No hice, ni hago (salvo por esta entrada), publicidad de mi abandono del cristianismo. Por un lado, detesto el proselitismo. No pretendo abrirle el camino de la iluminación a nadie. Yo llegué hasta aquí por mis propios medios, y confio en que los demás puedan llegar por sus propios medios a dónde su yo interior les lleve. Sea lo que sea. Por otra parte, no soy ningún héroe, ni cruzado valiente. Me ha sido más cómodo callarme ante mis familiares, y he tranquilizado mi conciencia diciendome a mi mismo que lo hacía para evitar un disgusto a mi ya difunta abuela, católica de pro. Sin embargo, mi padre me pregunta insistentemente porque no les acompaño a misa - con el incremento de su edad, a mis padres les ha llegado también un renacimiento religioso -. Tal vez este próxima mi salida del armario religioso.

Desde que mis dudas comenzaron, no he dejado de indagar e informarme. No siento temor por poner mis creencias a prueba, y examino con atención cualquier indicio que las contradiga. Sin embargo, en estos aproximadamente 10 ó 12 años he ido encontrando cada vez más pruebas que corroboran mi posición inicial, y me han reforzado en mi ateismo. La ciencia progresa. Cada vez se conoce mejor el funcionamiento de los circuitos de nuestro cerebro, y podemos determinar cuales son los mecanismos que, habiendose demostrado útiles para nuestra supervivencia evolutiva, nos hacen pensar que existe un Dios, que hay una vida después de la muerte (nuestro miedo a la muerte, a lo desconocido, que nos ha ayudado a sobrevivir durante decenas de miles de años está ahí) y otros aspectos de la religión o la superstición.

Creer en un ser sobrenatural y superior, entre otras cosas, no es malo, es natural. Pero yo me considero a mi mismo un ser racional, capaz de hacer y pensar cosas que no tienen que estar programadas ni en mi código genético ni en la sociedad dentro de la cual he crecido. En el libro "The Jesus Mysteries" los autores tratan ante todo el tema de los gnósticos, cuya comprensión de la religión era un viaje hacia el interior de uno mismo, buscando a un ser supremo que estaba dentro de uno mismo. Yo mismo considero haber hecho ese viaje. Lenta, pausadamente, de forma enteramente natural con mi forma de ser y de pensar. Y al final, no he encontrado a Dios, me he encontrado a mis mismo. Me conozco mejor... y aún me queda camino por recorrer.

Entonces, ¿qué me queda de la Navidad?.

La familia se reune. Es agradable, porque cada vez estamos menos tiempo juntos. Se come bien, demasiado bien. Haces regalos y los recibes. Yo no me quejo. Me parece bien tener un momento así una vez al año. Más allá de eso, queda "celebrar el conocimiento a través de la ignorancia", como sugiere Repronto en esta entrada de su videoblog.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Estrategias para el Hannibal

Ya iba siendo hora para que tras haber cantado varias alabanzas a este juego, dedicase algo de tiempo a dar algunos consejos a los novatos. El juego es tan bueno como para que sea una necesidad jugarlo, y al mismo tiempo la "curva de aprendizaje" inicial es tan elevada que a quién juegue por vez primera (o segunda, o tercera) se le haga una experiencia durísima, y poco deseable de repetir. Por razones que ya contaré en otra entrada, soy bastante reacio a dar muchos y muy detallados consejos. Es lo que yo llamó "coaching". Pero temo también que varias de las personas con las que sólo he jugado una vez no hayan deseado repetir por la crudeza de la primera partida. Al final, creo que todos - vosotros y yo - salimos ganando si rompo un poco con mis costumbres y transmito un poco de mi experiencia.

Antes de empezar, voy a lucir un poco de egocentrismo y recomendar que se consulte una reseña sobre "Hannibal: Rome vs. Carthage" como, por ejemplo, la que yo mismo escribí para clubalderaan.

Para empezar, hay que fijarse en el final del juego. Las condiciones de victoria de la partida son:

a) Una conquista de Roma o Cartago -> victoria para el conquistador.

b) Tras una derrota en batalla: cuando al perdedor no tiene suficientes PCs para retirar como consecuencia de la derrota -> victoria para el vencedor en la batalla.

c) Al final de cada turno: cuando Roma no controla en Italia otra provincia que el Lacio, entonces es victoria automática cartaginesa -> gana Cartago.

d) Al final cada turno: cuando el jugador con menos provincias no tiene suficientes PCs para retirar -> gana el jugador con más provincias.

e) Al final de la partida: recuento de provincias -> gana el jugador con más provincias; en caso de empate gana Cartago.

La manera de ganar más repentina es conquistar la capital enemiga. Esto es más usual para el romano que para el cartaginés. ¿Por qué?. Primero, los cartagineses tienen un penalizador de -1 al asedio. Segundo, los romanos tienen +2 de fuerza en combate en el Lacio por la milicia. Para contrarrestar eso es recomendable para el cartaginés recabar apoyos conquistando las demás provincias de Italia. Pero lo cierto es que si hace esto, ya ha ganado la partida sin haberse complicado la vida asediando Roma.

Aún así, lo primero a lo que ambos jugadores deben prestar atención en todo momento es la seguridad de su capital. Si la pierdes, pierdes sin remedio. Quería recalcar esto antes de seguir. De todas formas, más adelante ya comentaré en detalle la viabilidad de un ataque sobre Cartago o Roma. De todas formas, aquí va mis primeros dos consejos:

Consejo 1. Protege tu capital.

Consejo 2. No pierdas de vista la capital del otro.

Si pierdes una batalla, y no tienes suficientes PCs para cumplir con las condiciones de la derrota, es culpa tuya. En este juego es relativamente fácil plantar PCs siempre que haya huecos vacios, que suele haberlos. De aquí surge otro consejo directo y concreto que puedo dar:

Consejo 3. Nunca inicies una batalla si no tienes suficientes PCs como para poder afrontar una derrota.

El resto de condiciones de victoria giran fundamentalmente en torno al control de provincias. Y estas se controlan mediante la colocación de PCs propios y retirando los del enemigo. Este es el meollo del juego, más que el aspecto puramente militar. Básicamente, hay una ecuación por la cual cada carta ofrece una recompensa en la forma de PCs a cambio de cualquier otra cosa que puedas hacer con la carta. En ocasiones reclutas más tropas a cambio de esos PCs, en otras mueves a uno o más generales, otras veces provocas una revuelta en una provincia. Al final, cualquiera de esas otras cosas las haces porque te van a ayudar a conseguir más PCs o evitar perderlos. En más de una partida he visto como un jugador - yo incluido - acumulaba pilas de tropas mientras su oponente le sacaba una importante ventaja en provincias.

Consejo 4. Preguntate: ¿Como proteger mis PCs?

Consejo 5. Preguntate: ¿Como aumentar mis PCs/quitar los de mi enemigo?

Si tu oponente te saca una ventaja de muchas (4 ó más) provincias al final de cada turno, te puede esperar sentado. Él tiene la iniciativa. En este juego, mover tropas es costoso, siempre cuesta una carta que necesitas para otra cosa.

Consejo 6. La eliminación de las tropas enemigas no concede por si misma la victoria, es un medio para lograr esta.

Consejo 7. Si quieres combatir, lo mejor es obligar al otro a gastar carta y que te plante batalla en un lugar de tu elección.

En caso de combatir, siempre hay que estar preparado para lo peor. Es posible presentar batalla
con una gran superioridad, que de certeza sobre la victoria, ¡pero ello no quiere decir que vuestro oponente vaya aceptar el combate!. El juego da la opción para replegarse.

Consejo 8. Si un combate no es ventajoso para ti, no siempre tienes que aceptarlo.

Independientemente de si queremos rehuir un combate o trabarlo, el resultado del mismo es pocas veces definitivo. Casi siempre sobreviven algunas tropas a la batalla misma. Lo importante es que sobrevivan a la retirada, que a menudo se cobra más bajas que el propio combate. Para ello es condición impepinable tener un PC a - como mucho - 4 espacios de distancia. Si esta más cerca, mejor.

Consejo 9. Si vas a luchar, ten preparada una vía de retirada.

Consejo 10. Si es posible, acorrala a tu oponente en un lugar sin PCs suyos.


El mapa de juego se puede dividir, básicamente, en tres grandes escenarios: Italia, Hispania, y Africa. Cada uno de ellos esta separado de los demás, contiene provincias vitales para lograr la victoria, y es interdependiente en sí mismo. Con el término "interdependiente en sí mismo" defino la característica por la cual, en cualquiera de estas tres regiones el control de una provincia afecta a los combates en toda la región. Hay otras 3 provincias que cuentan para la victoria: Sicilia, Siracusa, y Corcega y Cerdeña. Pero el control en cada una de estas solo afecta a la misma provincia. Yo creo que eso es importante. En las tres regiones principales cada provincia que se controla aumenta la propia fuerza y reduce la del oponente en todas las demás provincias de la zona.

Consejo 11. Si vas a operar en Italia, Hispania, o Africa, procura contar con aliados (controlar provincias).

La separación entre provincias hace díficil entrar en una de ellas con el control de algunos PCs hecho de antemano. ¿Es un tarea imposible saltar de un teatro de operaciones al otro?. ¡No!. ¡Mirad vuestras cartas!. La carta de "Spanish Allies desert", por ejemplo, puede volver la balanza de cualquier combate en Hispania. Lo mismo puedo decir de "Numidian Allies desert" para Africa. Las cartas de revuelta restan provincias, y con ellas aliados y apoyos en combates. Hay 2 cartas de Diplomacia que también pueden ayudar. Cualquiera de ellas es un buen comienzo para saltar a una de las tres regiones importantes. Claves de la victoria.

Consejo 12. Las cartas en tu mano pueden indicarte el rumbo de tu próxima ofensiva.

Estos han sido doce consejos generales básicos. Podéis deteneros aquí. Lo que sigue son algunos consejos más concretos, que son casi todos aplicaciones de los anteriores.

- El fatídico primer turno. Al inicio del primer turno existen dos provincias sin controlar: Idubea y Galia Cisalpina. Los romanos controlan 9 provincias. Los cartagineses 7. Para el cartaginés es importante controlarlas para equilibrar la cuenta. No ha de ceder la primera ronda al romano y dedicar su primera carta a coloca PCs en lugares vacíos. El primer PC ha de colocarlo, además, en Mutina, en Galia Cisalpina. Con eso pasa a controlar la Cisalpina y corta el paso a otros PCs que el romano pueda colocar allí. Para la colocación de PCs recomiendo al cartaginés utilizar cartas del mayor valor posible (de 3), puesto que al romano le puede interesar entrar en el juego de los PCs e intentar adelantarse en el control de provincias.


Para los que tengan dudas, Mutina está señalado en amarillo en esta imagen.

- La segunda decisión más importante del primer turno es ¿enviar a Aníbal a Italia?. Mi opinión es que si, aunque sea por lo menos para proteger la Cisalpina. Con ello se le pone en peligro. Pero renunciar a esa provincia es darle la ventaja al romano (controlaría 10 provincias frente a 8 del cartaginés), y es demasiado confiar en la suerte que en el último turno te salga la carta de revuelta o de diplomacia que necesitas (y además, que no le salga al romano). Nunca sabes cual va a ser tu mano en el último turno. ¡Actúa ya!. Es practicamente obligatorio dejar a Mago en Hispania para que luego pueda transportar refuerzos usando su ventaja en el movimiento naval.

- El romano tiene poco que hacer en el primer turno. Aunque lo que puede hacer ya lo he indicado. Intentar colocar PCs para llevarse Cisalpina o Idubea. La otra cosa que puede hacer es preparar un comite de recepción con todos los generales y tropas, para dejar taponado a Aníbal en Cisalpina sin poder bajar al resto de Italia sin luchar en desventaja. Naturalmente, la mano de cartas del romano puede aportar otras alternativas. He visto como se invadía Africa en el primer turno gracias a una carta de revuelta en Numidia...

- El sistema de resolución de batallas es bastante peculiar. Permite echarse faroles, aunque sea algo arriesgado. Después de muchas batallas el mejor consejo que puedo dar es no andarse con tonterías ni pasarse de ambicioso, porque la tirada de iniciativa se puede volver en tu contra más veces de lo que crees. Juega siempre el palo que más abundante sea en tu mano, si tienes más cartas que tu oponente. Si tienes menos, siempre puedes intentar tirarte algún farol, atacando con cartas que no sean de las más abundantes, para hacer pensar a tu oponente que tienes más de ese palo que de ningún otro, y que te ataque con otro palo en el que si tienes ventaja. Pero si el otro sigue el consejo que ya he dado más arriba en este párrafo, no te servirá de nada.

- Atacar Cartago. Es viable si puede garantizarte apoyo de una de las dos Numidias, por lo menos. Cada una de ellas da dos cartas en combate, y las resta a tu oponente. Cualquier intento de asedio de la capital cartaginesa está condenado a sufrir intentos de interrupción por cualquier ejército que el cartaginés pueda arrojar encima y tener 2 cartas de más, y tu adversario 2 de menos en batalla es una ventaja decisiva.

- Atacar Roma. Tarea de titanes. Es necesario contar con el tren de asedio. ¡Cuidado el romano si el cartagines tiene esta ficha con un ejército en Italia!. También es preciso que no haya muchos ejércitos romanos en Italia, porque de otra forma lo van a echar todo en su defensa, y es justo en Lacio donde cuentan con más fuerza (+2 cartas por milicia). Los romanos, además, lo tienen más fácil a la hora de traer fuerzas por mar. Yo casi no lo intentaría si no tengo también en mi mano la carta de "Traidor en la Ciudad".

- ¿Eres romano? ¡Controlas el mar!. ¡Utiliza tu ventaja en el transporte de tropas a largas distancias con imaginación!.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Un mundo sin nosotros ... y otros temas sobre medio ambiente


The World without us.
Por Alan Weisman
Thomas Dunnes Books 2007
336 páginas.

Fue por recomendación de un blog que leía habitualmente - ahora han cerrado la página que lo contenía - la razon por la que compre este libro. Las preguntas que dan origen al libro - ¿cómo seguiría el planeta tierra si el ser humano desapareciera repentinamente? y ¿cuanto tiempo y como desaparecería todo rastro de la humanidad? - parecía interesantes en su momento, y supongo que tal vez lo sean también para vosotros. Ciertamente, han resultado lo suficientemente interesantes como para que se haya creado un documental para TV basado en este planteamiento (aireado en Cuatro, que yo recuerde), y para que el libro haya sido traducido al español. Así que si alguien quiere pasar él mismo por la experiencia, lo tiene fácil.

Para los que antes deseen una opinión - la mía, por supuesto - puedo decir que el libro no es malo, pero posiblemente no sea lo que os prometiaís que iba a ser. Ciertamente, este ha sido mi caso. Tanto los comentarios que había leido como la página web que respalda el marketing de la obra me hicieron pensar que, efectivamente, el libro iba a tratar de como iban a ser las cosas en un mundo sin humanos ("The shape of things to come", como el título de una novela de H.G.Wells, creo). En lugar de ello, me he encontrado con que el libro trata principalmente sobre como es ahora el mundo con los 6 millones y pico de humanos en él. Salen todas las perradas que le hemos hecho a nuestro entorno, y algunas más que no sabía.

Ocasionalmente, el autor se centra un poco en el tema que le demandaba su editor a martillazos y dedica unos cuantos párrafos a plantearse como podría cambiar la situación si, simplemente, nos evaporasemos. Esto sucede sobre todo al comienzo del libro, cuando su tema principal es la reconquista natural de lo que ahora es la ciudad de Nueva York, dónde, según tengo entendido, vive el pájaro éste del Weisman. Otro artificio que utiliza para recrear un planeta sin humanos es viajar a lugares que han quedado deshabitados, como zonas de guerra, o Chernobyl. Al final cuenta como un artículo sobre este último lugar fue el que dió origen al resto del libro.

Se cierra con un breve alegato para limitar el número de nacimientos por mujer (¡pero no dice cómo hacerlo!), y reducir la población mundial. Sobre esto hablaré más adelante.

Weisman es bueno haciendo su trabajo de periodista. Escribe con un estilo no demasiado pesado, en ocasiones demasiado novelesco para el tema que trata - las personas con las que se entrevista son descritas con unas cuantas pinceladas y algún tipo de símil ("tiene el pelo como un montón de paja desordenado") o hipérbole-. Los dos mayores problemas que tiene este libro son, que no trata más que superficialmente el tema que se supone tendría que tratar, y que al afrontar el tema más grande del deterioro del medio ambiente se queda algo flojo, y superficial también. Lo que pasa al final es que Alan Weisman no es un especialista en el tema, es sólo un periodista. A lo largo de la obra tiene que recurrir a varios especialistas, cualquiera de los cuales podría decir muchísimo más que lo que escribe él. Da un poco la sensación que los datos que aporta el autor no conducen realmente a nada, salvo a rellenar espacio, que era lo que debía estar pidiendole su editor.

Después de haberme cargado este libro, no quisiera irme sin hacer un par de comentarios acerca de temas medioambientales. Aprovecho por un lado el pie que me ha dado este libro, y por el otro el bombardeo mediático al que hemos estado sometidos con motivo de la cumbre de Copenhague.

Hace como una semana estalló una "polémica" con motivo de una serie de correos electrónicos de un científico, que podrían indicar que los datos que señalan un calentamiento global están exagerados.

De verdad, no entiendo el motivo de la polémica.

A estas alturas ya no se trata de determinar si está habiendo, o va haber calentamiento global o no. Quien tiene razón, y quién no. No es lo que esta sucediendo lo que de verdad se discute o, mejor, tendría que discutir. Lo que de verdad importa es que va a suceder.

Básicamente, existen dos posturas a tomar respecto a nuestro posible futuro.

En una - llamemosla ecológica - hemos de detener o reducir de inmediato nuestras actividades contaminadoras, o de lo contrario nos esperan consecuencias catastróficas. Si seguimos esta postura, y se demuestra tras unos siglos que es erronea, únicamente habremos perdido unos pocos siglos de "desarrollo económico". No creo que en nuestra historia de 150.000 años como especie animal unos pocos siglos para recolectar más información supongan realmente un retroceso irreparable.

La otra alternativa - a la que llamaré continuista - afirma que estamos viviendo tan sólo una de tantas fluctuaciones climatológicas como ya ha habido antes otras, y que no hemos de preocuparnos y seguir más o menos como hasta ahora. Si seguimos esta opción, y se demuestra erronéa, las consecuencias pueden ser muy serias.

Así pues, no se trata de elegir la alternativa correcta. Se trata de elegir la alternativa que, de ser erronea, tenga las consecuencias menos graves. Creo que he dejado bien claro que alternativa es. Más allá de esto, las palabras de los políticos con primos metereologos y de la prensa que intenta ver emoción y polémica donde no la hay suenan como rebuznos en el desierto.

Cuando el señor Weisman cierra su libro con su llamada a la contención de la natalidad. Toca el punto central de todos estos asuntos. Yo también pienso como él, y creo que la situación sería mucho menos grave de reducirse la población mundial a una cuarta parte de lo que es hoy en día. Que nadie se engañe. No hay ninguna tecnología milagrosa que nos vaya a permitir seguir con el crecimiento poblacional actual sin sufrir las consecuencias. Ni siquiera la "fusión atómica" en la que muchos tienen puestas esperanzas nos sacaría realmente del problema.

Ninguno de los desarrollos tecnológicos de los últimos dos siglos, que nos han permitido surcar los cielos, llegar a pisar la Luna, y multiplicar varias veces nuestro número de habitantes sobre el planeta, nos ha aliviado en verdad del problema que Malthus ya apuntaba. Si de algo ha servido todo ese desarrollo tecnológico, entonces ha sido para que persistamos en los mismos errores durante dos siglos más, y acabemos más enredados que antes. Si mañana tuvieramos una nueva fuente de energía "limpia" - ninguna lo es realmente, porque hay cierta polución siempre a la hora de llevar a cabo la instalación, el mantenimiento, la obtención de los materiales necesarios, etc. - para lo único que seguramente utilizariamos la tregua lograda sería para derrochar energía a mayor velocidad que antes y seguir incrementando nuestra población. Tras unos pocos siglos lo que parecía limpio ya no lo es tanto y volvemos a estar en problemas, sólo que de mayor envergadura.

Que nadie me malinterprete. No soy ningun ludista ni enemigo acérrimo de la tecnología. No quiero ni renunciar a mi nivel de vida, ni quiero negarle semejante nivel a nadie con tal de mantenerme yo en el mío. Pero la única posibilidad de que disfrutemos de una prosperidad actual o incluso mayor es con muchas menos personas en el planeta.

La naturaleza vive en perpetuo equilibrio. Pero no vemos el coste que dicho equilibrio tiene. Constantemente sucede que una especie animal encuentre recursos amplios que consume en un incremento de población que no puede controlar. Cuando el control finalemente aparece, es en la forma de alguna catástrofe, una hambruna, una epidemia que se ceba sobre una población de individuos subalimentados, disputas entre los individuos de la especie y asesinato de crías, o incluso el agotamiento prácticamente total de los alimentos del habitat, lo que llevaba a la extinción (ha llegado a suceder en algunas islas).

¿Somos animales, o somos seres inteligentes?. ¿Somos capaces de controlar voluntariamente nuestro nivel de población y nuestro destino, como se supone de seres inteligentes?. ¿O tendremos que esperar que el hambre, las guerras, y las epidemias regulen nuestra población aún a pesar nuestra?. Si esto último es el único remedio viable, entonces todos nuestros logros, nuestra tecnología, nuestras obras de arte, no nos distinguen en nada del resto de los animales que en este planeta nacen, sufren y mueren sin comprender nada de lo que hacen.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Clay Blair

Otra entrada comentando libros. Esta vez, voy a comentar no uno, sino tres libros de una tacada. Los tres tienen en común tres cosas: tratan de submarinos, tratan de la Segunda Guerra Mundial, y el autor de los mismos es un estadounidense llamado Clay Blair.



Silent Victory: the U.S. Submarine War against Japan
Clay Blair
Naval Institute Press (2001) [Aunque el libro fue publicado por vez primera en 1975]

1071 páginas.


Por lo que sé de la biografía de este Clay Blair, nacio a tiempo (1925) para participar en la SGM en el arma submarina americana en el Teatro de Operaciones del Pacífico. Posteriormente, se dedicó al periodismo y a escribir varios libros, uno de los cuales es este, dedicado al arma en la que sirvio.

El libro es monumental, como puede transpirar por sus más de mil páginas - aunque las últimas 200 son anexos, indices, y demás -. Describe absolutamente toda la guerra submarina americana en el Oceáno Pacífico, y tres o cuatro cosas más. Algo así como 3/4 partes del texto está dedicado a narrar todas las patrullas de todos los submarinos durante la guerra. Algunas se resuelven con un par de líneas, otras llevan unos pocos párrafos. Es por ello - ante todo - un libro de referencia. Y además creo que el autor lo quería así. Si tienes interés por saber algo de un submarino o de una patrulla en particular no cuesta gran cosa encontrarlo, porque aparte del indice de barcos y submarinos, la organización de los capítulos del libro es bastante ordenada. Son algo así como "Patrullas en Tal Area en Primavera/Verano/Otoño/Invierno de 194...". Como podéis ver, no hay ningún despliegue de emoción novelesca. Nada de "Tiburones de acero en aguas cristalinas" ni nada parecido.

Por otra parte, e intercalado aquí y allá por el libro está el otro 1/4 del mismo. Una narrativa más amena que trata temas como los ya famosos problemas que los americanos tenían con sus torpedos, como fueron ignorados al principio y solucionados despúes (mucho despúes, ya muy entrado 1943). Se sigue con más detalle la vida y obras de algunos comandantes y eventos que afectaban a la guerra en el Pacífico en general, y al arma submarina americana en particular. Una parte importante de esta narrativa es la referente a los comandantes de bases de submarinos en los diferentes sectores. Se dedica un buen rato a comentar las personalidades de los diferentes comandantes de flota submarina, y las decisiones que tomaban acerca de la administración de hombres y maquinas bajo su servicio. Muchas veces, Mr.Blair no se ahorra críticas. En particular, me acuerdo de que la crítica a la base de Manila en diciembre de 1941 como particularmente dura, aunque con razón. Sin embargo, la principal tarea de estos contraalmirantes y comandantes parecían ser las conspiraciones de despacho unos contra otros. Blair dedica no poco espacio a estos tejemanejes, que llegan a su punto álgido cuando el comandante de submarinos de todo el Oceáno Pacífico palma en un accidente de avión a finales de 1942 y James Lockwood - el comandante de la base de Pearl - logra sucederle tras maniobrar habilmente detrás de las bambalinas. Es bastante interesante. Al final de cada año (1942, 43, y 44) hay un breve resumén/análisis de la actuación del arma submarina en el año pertinente.

No es un libro recomendable para leer tal cual, a menos que te guste mucho, mucho el tema (como a mí, que si me lo he leido de cabo a rabo). De otra forma, el punto fuerte del libro esta en la amplitud que abarca, que lo hace muy útil para investigar sobre el tema. De otra forma, el libro es pesado y díficil de digerir, y no por la prosa del autor. Chuparse una tras otra patrullas de submarino al final acaba resultando bastante coñazo. El libro combina este "narración del detalle" con una narración a nivel más amplio, estratégico, de la guerra. Estas son las partes más interesantes, que contienen análisis y las conclusiones del autor, y es posible leerse éstas saltándose la parte coñazo.

¿Tiene el libro un enfoque pro-americano?. El autor no ahorra elogios hacia el ramo de las fuerzas armadas de la que formo parte. Pero la verdad es que tampoco se ahorra críticas. Los unos y las otras se reparten adecuadamente cuando hay éxitos o fracasos que requieren explicación. El resultado final es un realismo seco. Quién tenga duda de la objetividad del libro, puede ir a la parte final y consultar las tablas de patrullas. Salen todas. Y en cada entrada no solo aparecen los buques y tonelaje atribuidos, sino también las cifras corregidas por el "Imperial Navy Survey" que la armada americana realizó tras la guerra. Lo único que echo en falta es que es una historia contada únicamente desde el punto de vista americano. No es que eche en falta a los submarinos japoneses. El libro no trata de ellos - aunque también aparezcan, principalmente en el papel de víctima -. No se contempla gran cosa cual era el punto de vista japones respecto a los ataques de los submarinos americanos, las medidas que tomaron contra ellos, y las medidas que no tomaron contra ellos, y porque. Cuales eran sus decisiones estratégicas frente a la guerra. Temo que esto se deba a que las principales fuentes del libro son americanas y no japonesas. El libro ayuda a entender porque los americanos ganaron la guerra, pero no arroja mucha luz acerca de porque los japoneses la perdieron.



Hitler´s U-boat War: The Hunters 1939-1942 Clay Blair Modern Library (2000) [Originalmente publicado en 1996] 886 páginas.









Hitler´s U-boat War: The Hunted 1942-1945 Clay Blair Modern Library (2000) [Originalmente publicado en 1998] 944 páginas.


Como nos cuenta al inicio del primer libro, de 1986 hasta 1996 Clay Blair estuvo trabajando en una obra que igualase lo logrado con Silent Victory, pero con la Batalla del Atlántico como tema. Dado que la guerra en el Atlántico duró más tiempo, y la cantidad de submarinos empleados por los alemanes - que protagonizan esta doble entrega - era muchísimo mayor que la empleada por los americanos en el Pacífico, el autor o el editor se vieron obligados a separar el trabajo en dos tomos. En el primero se narra lo que el autor llama "la guerra submarina nazi contra Gran Bretaña" que dura hasta 1942, y luego la "guerra submarina contra los Estados Unidos" hasta septiembre de 1942. El período que bautiza como "guerra submarina contra los Estados Unidos y Gran Bretaña" es el que ocupa el segundo volumén. El patrón del libro sigue, básicamente, el de Silent Victory. El grueso del texto es ocupado por narrativa de las patrullas de los sumergibles alemanes. En muchos casos, estos relatos son tan breves como las vidas operativas de los u-boote. Y es que muchos de los cerca de 800 sumergibles que los alemanes perdieron en la guerra fueron destruidos en su primera patrulla al primer contacto con el enemigo.

Aparte de la narrativa de las patrullas, hay mayor variedad en estos dos libros que en SV. Mr. Blair tiene mucho más que contar. No sólo se cuenta la historia desde el punto de vista alemán, sino que se dedica una buena cantidad de espacio al punto de vista aliado. Al tiempo que se narra la patrulla de tal o cual submarino, se comenta de igual manera el punto de vista del buque de guerra, o el avión aliados que localizaban y atacaban dicho submarino. También se cuenta los esfuerzos que los aliados hicieron en otros aspectos para ganar la guerra en el mar: intercepciones radiotelegráficas y decodificaciones, mejora de armamento y tácticas, la carrera para construir y reparar buques a mayor velocidad de la que eran hundidos, coordinación entre diferentes servicios y armadas de diferentes países, etc. El conjunto de medidas crearon una especie de red en la que los U-boote quedaron cada vez más atrapados. Los libros también llegan a tratar temas polémicos. Entre estos destaca el devastador ataque que los sumergibles alemanes lanzaron sobre la poco preparada costa este americana en los primeros 6 meses de 1942, y que ha servido para poner en tela de juicio la capacidad de los comandantes americanos. Naturalmente, Mr. Blair barre para casa y defiende sin ceder apenas un ápice el papel de la marina de guerra estadounidense. Al hacerlo cita varias veces el libro "Operation Drumbeat", de Michael Gannon (publicado en 1990) y lo ataca en varios puntos. Acabo de leer este libro y es cierto que se ensaña de forma excesiva con el alto mando americano, y que es fácilmente criticable en varios puntos, pero ello no quita verdad al hecho de que la carnicería naval perpetrada por la Ubootwaffe a las puertas del país más poderoso del mundo no pueda ser justificada plenamente con la principal excusa que Clay Blair aporta: que los buques de escolta americanos estaban dedicados a guardar los primeros convoyes de tropas hacia Gran Bretaña.

Lo mismo que con SV, no considero esta obra una lectura asumible por la mayoría, y si un texto de referencia. Útil para consulta. Al mismo tiempo, la perspectiva es más amplia que en SV, pues examina con detalle lo que sucedía en ambos bandos y del libro se puede sacar una interesante historia de la "Batalla del Atlántico". Por lo menos en mi caso ha contribuido a cambiar algunos de las ideas que tenía respecto a este tema. La tesis principal del libro es que el arma submarina alemana nunca tuvo una oportunidad real de cortar las vías de comunicación de Gran Bretaña con el resto del mundo. El mito del peligro submarino nazi lo achaca a "threat inflation" o exageración de la amenaza, motivada por razones que el autor no se digna a señalar directamente, aunque parece ser que Winston Churchill tuvó bastante que ver con ello. Viendo los abundates datos que aportan los dos libros - tan acompañados de tablas e indices como SV - uno no puede menos que pensar que Clay Blair tiene razón en este punto.

A pesar de ser tan denso como SV, la historia que presenta Blair en Hitler´s U-boat War es más completa que la de su libro sobre la guerra submarina americana en el Pacífico. Aparentemente, al escribir está gran obra el autor intento hacer dos cosas a la vez: escribir un libro de referencia y hacer un análisis de la guerra submarina alemana. Posiblemente hubiera podido hacer lo segundo mejor sin cargar el libro con lo primero: centenares de narraciones resumidas de patrullas de U-boote. Otra pega es lo patente que es su defensa de la armada estadounidense frente a los ataques, no de la marina alemana, sino de las críticas de los propios aliados. Da algo que pensar acerca de la objetividad del autor, aunque eso es algo sobre lo que no puedo - aún - emitir una opinión definitiva. A pesar de eso me parece que estos dos libros hacen un buen trabajo de análisis sobre el tema. Si únicamente estuviera aligerado de la carga de la narración patrulla por patrulla, posiblemente sería un libro perfecto.

Poco despúes de publicar el 2º tomo, en 1998, el autor pasó a mejor vida. Creo que pudo hacerlo contento con su trabajo. A algunos les podrá parecer que estoy obsesionado con el tema de los submarinos y la guerra naval. Permitidme decir que no es así. Es sólo uno de los muchos - tal vez demasiados - campos a los que dedico mi atención. Si he hecho tantas revisiones sobre libros de submarinos en tan poco tiempo es porque he tenido ciertas reflexiones acerca de la guerra submarina que he estado pensando reflejar en una entrada de este blog, y necesito preparar un poco el terreno mostrando parte de la bibliografía que ha modelado mis opiniones.