jueves, 28 de octubre de 2010

Partidas cortas vs. Partidas largas

Hace poco estuvé viendo Wall Street: El dinero nunca duerme. Una película pasable que ya comentaré en este medio. Aún así, a menudo hay alguna cosa buena que encontrar en pelis así. En esta aparecía brevemente el concepto de tiempo como único recurso a tener en consideración. Uno de los personajes, creo que el de Michael Douglas, decía algo así como "tu único recurso no es el dinero, sino tu tiempo".

Esta bien ese concepto. Me gusta. Puede que sirva para poner en vereda a esos que insisten en perder su tiempo y el de los demás en conseguir más y más dinero.

A un nivel más práctico se encuentra este post en un blog sobre historia y juegos no muy diferente de este mismo.

El tiempo es un recurso limitado y valioso. Desperdiciarlo en juegos que no cumplen las expectativas de los jugadores que han invertido su tiempo provoca desanimo y deserciones cuando se presenta la oportunidad de montar otra partida.

El tiempo del que una persona dispone determina en buena medida que juegos se puede sacar. Esta disponibilidad de tiempo depende por un lado de los compromisos familiares, laborales y otros del jugador. Yo los llamos los "factores externos". Pero también es importante lo que denomino "factor interno", que se trata de la capacidad de aguante de una persona. Su capacidad de permanecer sentado, en una habitación, manteniendo una atención más o menos constante en el juego.

Es por este último factor por lo que me encuentro con gente que declara que "no juego nunca a nada que dure más de hora y media". Están dispuestos a estar jugando una larga tarde, hasta bien entrada la madrugada, pero varias partidas de duración corta o intermedia (2-3 horas a lo sumo). Estas personas han aprendido a situar sus expectativas sobre los juegos al nivel adecuado a sus demandas. Que las opciones y estrategias disponibles no sean demasiado variadas no les importa demasido. Los juegos, por esto, también suelen ser sencillos en cuanto a reglas. Y esto tiene la ventaja añadida de hacerlos más fácil de introducir a un público más amplio, en el que a menudo se incluyen novias, hermanos, familiares y amigos de todo tipo. A esta clase de personas les llamo "jugadores sociales", porque lo primordial es reunirse con otras personas y compartir una experiencia - el juego - aunque éste no tenga demasiada chicha.

Durante muchos, muchos años, juegos como "Monopoly" o "Risk" copaban este sector del mercado. Sin embargo, tenían muchas pegas. Había un importantísimo factor de azar. Se tiraban muchos dados que dictaban prácticamente todo. Y además de eso la duración de las partidas tampoco era corta. Yo he visto partidas de Risk que duraban toda una tarde, y partidas de Monopoly que se eternizaban hasta que el cansancio forzaba un acuerdo entre dos o más jugadores que le acababa dando la victoria a uno de ellos.

A pesar de mis quejas acerca de ellos, los eurojuegos terminaron con el predominio de estos juegos con mucho azar y dieron algo de sentido al tiempo de ocio dedicado al juego de mesa. Todo ello gracias a dos cosas: a) Limitaron el tiempo de las partidas; y b) Introdujeron mecánicas que obligaban a pensar, aunque fuera al menos un poco.

De entre todo el grupo de jugadores sociales, algunos van "quemando" poco a poco sus juegos. Sucede más entre aquellos que juegan más a menudo. A medida que van agotando las estrategias de sus juegos, se compran otros. Lo normal es buscar primero eurojuegos y creadores conocidos, como Reiner Knizia. Sin embargo, muchos de estos juegos a menudo no son más que variantes de un mismo tema o mecánica. El que busca algo nuevo no encuentra nada en ellos. Es entonces, cuando algunos de estos jugadores se vuelven a juegos que requieren más tiempo y dedicación.

No son necesariamente wargames. Las partidas de Civilization, 18XX, o juegos de la editorial Splotter Spellen bien pueden durar 5 horas o más. Lo que sucede es que hay personas que han dado un paso más en lo que era un hobbie y pasa a convertirse en una auténtica afición. El jugador ocasional podrá seguir divirtiendose con Monopoly o Colonos de Catán durante muchos años. Pero el que juega todos los fines de semana se forma otras expectativas. No es que los juegos de más larga duración tengan necesariamente más estrategias y más historia, es que uno tiene unas expectativas acrecentadas y por ello se vuelve a juegos de mayor duración. En el eterno dilema entre si existió antes el huevo o la gallina, mi opinión es que para que hubiera juegos de larga duración, antes tenía que existir personas que estuvieran dispuestos a jugarlos.

Mi opinión está basada en la experiencia de juego que he tenido. Por ejemplo. En 1992 se celebraba el 500 aniversario del Descubrimiento de América por Cristobal Colón. Por compromiso, y para quedar bien, Avalon Hill sacó un juego sobre la exploración de América. "New World" era un juego no demasiado complicado, para 2-6 jugadores, con mucho azar y dados. Esto, reamente, no era malo. Lo malo del juego es que no he conseguido jugar una partida de menos de 6 horas. Y la verdad es que unas mecánicas de juego que están hechas juntando dos palos y una piedra aburren al cabo de hora y media, que es lo máximo que tendría que durar el asunto.

Más recientemente, mis dos partidas de 1856 no han resultado demasiado satisfactorias. Incluso sin el jugador que retraso tanto la primera partida la segunda sesión duró unas 8 horas. Lo malo es que fueron 8 horas de acciones algo repetitivas, y el resultado de la partida - eramos 4, y ganaba yo u otro jugador - estaba bastante claro desde poco después del inicio. Aún tengo esperanzas con el juego. Le echo parte de culpa del resultado a que las dos veces participo un jugador que no era capaz de otra cosa más que arruinarse a sí mismo sin que nadie le hiciera nada. Ya veré que puedo hacer.

Estos son dos ejemplos de como, en ocasiones, hay juegos de larga duración que no dan lo que se supone que tiene que dar algo a lo que sacrificas tanto tiempo. No es oro todo lo que reluce. Antes de adquirir uno juego de larga duración, convendría que cada uno revisase sus expectativas.

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