viernes, 29 de octubre de 2010

La decadencia de la Educación

Este verano me encontraba en compañía de Floy Buñuel, de charla en su casa. En un momento le enseñe un post del escritor Sanchez-Drago que se titulaba "Si yo fuera rey" en el que este señor hacía una lista de todas las cosas que pondría en orden si tuviera el poder para hacerlo. Floyd se fijo en una línea en la que el polémico escritor decía:

"Devolvería a la enseñanza el uso obligatorio del usted, la tarima, el principio de autoridad, el respeto a la jerarquía, el criterio de excelencia..."

Mi amigo no pudo evitarlo, y espetó un:

"Estos de derechas... es que no atinan ni una".

Y después me comento su experiencia haciendo un CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica) de inglés. Fue bastante deprimente. Los compañeros asistentes al curso eran gente si otra aspiración en la vida más que mantenerse como estaban, eludiendo en le medida de lo posible cualquier responsabilidad por si mismos y por los demás. Lo triste de todo aquello era, me dijo mi amigo, el darse cuenta que era precisamente esa gente la que iba a acabar dando clases a los jovenes en las escuelas. Son gente que, por su forma de ser, hacen que se les pierda cualquier respeto. No importa la altura de las tarimas, ni llamandoles de "usted" ni "excelentísima señoría" ni nada parecido.

Cambiamos de escena y fecha. Nos encontramos en una gran sala en una universidad en Sevilla, en la segunda mitad de los noventa. Es el inicio del curso, y unos quinientos alumnos de Pedagogía están reunidos en la sala para una especie de ceremonia de inauguración del curso. En un momento de sinceridad, el rector pide a los presentes que levanten la mano aquellos que han elegido Pedagogía como primera opción de carrera.

Dos personas, ¡dos de quinientos y pico!, levantan la mano.

El rector solicita ahora que levanten la mano aquellos que han escogido Pedagogía como segunda opción.

Nadie levanta la mano.

Algunos empezaron a levantar la mano cuando se pregunto por la 3ª opción, y la mayoría lo hizo cuando se consulto por la 5ª.

Para un buen puñado de pedagogos formados en ese curso, su carrera se encontraba muy, pero que muy al final de una lista de preferencias e intereses.

La chica que me contó esto fue una de las dos personas que levantaron la mano en primera instancia.

Estoy seguro de que no es nada díficil encontrar más historias semejantes en lo relativo a la formación del profesorado en este país. Esta certeza mía surge al acordarme de algunos de mis más desmotivados e incompetentes compañeros de curso en el Instituto. Terminado el bachillerato, Magisterio, Pedagogía, o alguna Filología eran sus refugios para poder seguir chupando del bote en casa de sus padres y aparentar que estaban haciendo algo.

No les interesaba realmente la materia que se suponía tenían que estudiar. Únicamente sabían que la nota que habían conseguido en Selectividad les daba para eso, y poco más. Y que si no conseguían plaza en una Universidad, no podrían mantenerse en el domicilio paterno sin hacer algo que les horrorizaba: ponerse a currar.

Hace cosa de un años, G. nos visitó desde Francia, donde supero unas oposiciones y se convirtió en profesor de español en un insituto. Dando por sentado que en Francia la situación del profesorado es tan lamentable como en España - porque la juventud está muy mal criada, ¡que se le va a hacer! - le pregunté como era ser profesor ahora mismo. Me dijo que estaba encantado, y que hubiera deseado ser alumno hoy en día más que antes. Antes - me comentaba - había un respeto impuesto a los profesores. Hoy, en cambio, son los profesores los que han de ganarse el respeto de sus alumnos. Eso hacía de su trabajo algo mucho más interesante.

Desde hace unas pocas semanas en la Comunidad de Madrid se ha puesto en marcha una campaña de Respeto y Apoyo a los Profesores. Al ver los carteles no pude evitar preguntarme: ¿son los profesores dignos de respeto?.

Antes de continuar, quiero aclarar que no todos los profesores son unos zanganos desmotivados. Hay muchos ellos que realizan su trabajo con convencimiento día a día. Sin embargo, mucho me temo que estos "pocos buenos" están empantanados por los negados que, según todos los indicios, han tenido acceso a la actividad docente sin restricción alguna. ¿Cómo ha sucedido algo así?.

No me es posible, por el momento, dar una explicación total a por qué se ha llegado a poner la educación del futuro del país en manos de los menos capaces de mi generación. En la parte que si conozco, el ambiente social en el que me muevo, muchos de estos inútiles no parecían tener alternativa. No entrar en la universidad, hacer un FP y comenzar a trabajar es considerado como un fracaso. Es un fracaso para los padres, y también para muchos de los amigos de estos malos estudiantes. Así que esta gentecilla tiene presión familiar y social para meterse en la universidad a cualquier precio, incluso si ese precio consiste en acabar haciendo algo para lo que realmente no están cualificados y en lo que no tienen auténtico interés. El mercado de trabajo español, con salarios reales decrecientes y condiciones laborales cada vez más crudas, ha desanimado también a muchos de estos jovenes a probar suerte en el sector privado y les ha impulsado a encontrarse una ocupación "segura".

Pero ¿es que no hay filtros que impidan a los más incapaces de nuestra sociedad llegar a puestos de semejante responsabilidad como la educación?. Ciertamente, así es. Y puedo dar fe que esta gente que conocía en el instituto es tan incapaz de superar unas oposiciones como de aprobar los exámenes de Lengua, Matemáticas o Ciencias en el instituto. Sin embargo, siempre hay formas de superar cualquier barrera. No se como será en otras Comunidades Autónomas, pero en el especialmente hiriente caso de la Comunidad de Madrid, que conozco bien, el sistema no sólo ha dejado entrar a los inútiles a dar clases en las escuelas, es que incluso lo ha fomentado.

Cuando Esperanza Aguirre se hizo con el control de la Comunidad de Madrid, al inicio del milenio, se encontró con un tremendo problema en la Educación. El último coletazo del " boom" (sobre todo) y la afluencia de población inmigrante con hijos (menos importante de lo que se ha dicho; la mayor inmigración que ha tenido Madrid ha sido de gente de dentro de la propia España; y yo mismo, que nací en Asturias, soy buen ejemplo de ello) hacían que la cantidad de pequeños hijos de puta que necesitaban una educación en Madrid no dejase de aumentar. Construir más escuelas, contratar profesores con salarios determinados por ley, tras unas oposiciones que había que organizar y costear...el presupuesto en Educación se disparaba.

Es entonces cuando Esperanza Aguirre, o más seguramente el consejero de Educación de turno, dió con una solución que proveía de Educación a las masas, al tiempo que permitía economizar prespuesto que se dedicase a otras cosillas más vitales (por lo menos electoralmente). La solución era ofrecer a escuelas privadas la matriculación de niños demandantes de educación pública. A cambio la escuela privada recibía un importe fijo anual por alumno. Limitando el gasto por alumno de la Comunidad de Madrid, fue posible colocar a las masas crecientes de críos pagando sólo un "alquiler" anual, sin tener que incurrir en costosisímos gastos de inversión como la construcción de edificios de escuelas, la adquisición de equipos, etc. ¿Para qué hacer todo eso si lo puedes comprar ya hecho?. Había nacido "la escuela concertada". "Espe" pudó respirar tranquila, y apuesto a que el consejero de Educación que montó el tinglado está ahora colocado en el sector privado, cobrando un pastizal en reconocimiento a su buena gestión.

Ahora los alumnos estaban en manos de escuelas privadas. Estas no son otra cosa que empresas privadas dedicadas a prestar servicios de educación. Como todo el mundo bien sabe, el objeto primordial de toda empresa privada es obtener beneficios. Los gestores de las escuelas privadas tenían por un lado el importe fijo que percibían de la Comunidad, y por el otro los gastos en los que tenían que incurrir para proveer del servicio de educación por alumno. La diferencia entre lo primero y lo segundo (si este es menor) es 100% beneficios. Beneficios legales, y legítimos moralmente desde el punto de vista del capitalismo. Así que lo lógico es que las escuelas concertadas se dedicasen a racanear en la medida de lo posible el gasto por alumno. Si la Consejería de Educación hubiera hecho el racaneo ella misma, se hubiera desatado una tormenta política, pero como lo hicieron empresas privadas en cuya gestión el Estado ha de inmiscuirse lo mínimo, el racaneo pasa inadvertido.

El que este leyendo esto, ha de ponerse ahora en el lugar del gestor de la escuela concertada. La labor está clara: recortar gastos a tope. ¿Cómo hacerlo?. En primer lugar las instalaciones han de ser lo más cutres posible. Los materiales de estudio: baratos, malos, y de 2ª ó 3ª mano. Pero nos queda otra partida de gasto: los profesores. ¿A quién pillar?. ¿A los profesionales capacitados y motivados, que se pirarán si no satisfago sus demandas salariales?. No. Pillo a los pringados e inútiles que jamás en su puta vida van a conseguir superar una oposición, y que hicieron la carrera de Magisterio(o la que sea, ¡cómo que importa mucho la titulación!) por los pelos. Justo la gente a la que puedo imponer condiciones laborales infernales . Le encasqueto muchas clases y muy grandes de manera que con un único pringado estoy dando servicio a más alumnos que en una escuela pública, a menor coste. El resultado se nota en la cuenta de beneficios. La nómina del desgraciado tampoco es muy alta, puesto que no tiene otro sitio a dónde irse. Su estabilidad laboral es proporcional a su disposición a tragar con toda esta mierda. Menos gastos, más beneficios. El gestor de la escuela se mete por la noche en la cama con la tranquilidad que da el trabajo bien hecho.

Como la cuota por alumno es fija, a la escuela concertada le da igual dar un servicio bueno o malo, sólo le conviene dar clase a la mayor cantidad posible de alumnos, al menor coste por alumno. Una escuela puramente privada ha de competir con otras escuelas (privadas, públicas y concertadas) equilibrando la cuota que cobra a los padres con la calidad del servicio que presta. Una escuela concertada ha sido liberada por la conserjería de Educación de esta esclavitud del mercado y puede hacer con los alumnos lo que le sale de los cojones. Como prueba de ello, recientemente las escuelas privadas se unieron a las públicas en Madrid en la protesta por la proliferación creciente de escuelas concertadas, que les hacen una competencia desleal (no he encontrado el enlace del artículo que daba la noticia).

El sistema, en su conjunto, funciona de manera maravillosa e infernal a la vez. Exonerada de gastos de inversión (compra de escuelas y materiales, contratación de profesores) la Comunidad paga una cuota por alumno para librarse de la responsabilidad de su educación y traspasarla a una entidad privada, cuyo principal objeto no es la educación. La escuela concertada se centra en la gestión de recursos, y descarga a su vez la responsabilidad del servicio que da sobre los profesores que ha malcontratado. Estos, como ya hemos visto, han dedicado su vida precisamente a escurrir el bulto y no ser responsables de nada. Tampoco es cuestión de empezar a serlo ahora que pagan una mierda.

El receptor final de todo esto, el alumno, ve como todo el mundo pasa de él (o ella). Le dicen que debe respetar a su profesor, pero este es un pringado que a todas luces intenta hacer lo menos posible. Para tener autoridad, para merecerla, hay que asumir responsabilidades. Cuando esto no se hace, el respeto hacía el representante de la autoridad se desvanece. ¿Quién va a hacer caso a alguien de quien no se puede esperar respaldo si las cosas salen mal?.

Al terminar las clases, la lección que el alumnado ha aprendido es que no hay razones para obedecer a las autoridades, ni a las leyes. No es una rebeldía contra el sistema. Sino la interiorización de un sistema basado en la rebeldía sistemática.

Y eso es lo que explica cosas como Pozuelo. Cuando aquellos chavales persiguieron a la policía local en desbandada, no estaban haciendo nada nuevo. Se traían la lección muy bien aprendida de la escuela: los representantes de la autoridad son débiles y unos fracasados. A muchos les chocó que aquello sucediese precisamente en una población con un elevado nivel de renta y calidad de vida. Pero precisamente son los sectores sociales mejor situados los que más expuestos están al declive educativo. Muchos de ellos colocan a sus hijos en colegios privados, pagando a tocateja cada aprobado que obtienen. Los niños consiguen acceder a la universidad y además aprenden una lección muy importante en la vida: no hay ley ni normativa que detenga un fajo de billetes. Son precisamente las localidades con rentas más bajas las que siguen utilizando todavía educación pública, de mayor calidad todavía, porque sencillamente no pueden costearse otra cosa. Allí es más posible que los alumnos encuentren profesores realmente cualificados de quienes aprender el respeto por la autoridad y la convivencia.

Hay otros factores que han perjudicado la educación. El cambio de Plan de Estudios con cada nuevo gobierno indudablemente ha causado desconcierto y desorden. Pero si los que tienen que aplicar el programa de estudios son unos mediocres, ningún plan podría salvar la situación.

Otros han dicho, como Torrente, que "la culpa es de los padres" que no saben hacerse responsables de sus hijos ni educarlos. Esto me parece absurdo. Los padres de hoy en día trabajan los dos de ocho de la mañana a ocho de la tarde. ¿Quién se encarga entonces de educar a los hijos?. Los abuelos, las niñeras (extranjeras) y sobre todo, instituciones como los colegios. De ahí la importancia de que estos últimos funcionen bien. No voy a exonerar de toda culpa a los padres, alguna tendrán, pero lo cierto es que apenas ven a sus hijos, y la culpa de ello la tiene en buena medida nuestro mercado laboral infernal.

Todo el mundo es ahora consciente del declive de nuestro sistema educativo, y muchos proponen ahora ideas para darle remedio. Colocar a los profesores sobre tarimas es tan sólo una de las más absurdas y rídiculas escuchadas hasta ahora. Lo peor de todo, por lo menos aquí en Madrid, es que con el sistema ya implantado de escuelas concertadas se hace muy díficil, sino imposible, dar marcha atrás. Para traer de vuelta a la educación pública a todos los alumnos que están ahora en educación concertada haría falta un vasto programa de construcción de escuelas y contratación masiva de profesorado que, con o sin crisis, la región no puede costearse. Es más, el propio éxito económico - que no educativo - del modelo de educación concertada contribuye a que éste se extienda y reciba cada vez más fondos, en detrimento de la escuela pública.

¿Qué hacer?. No sé. Se hace necesario ante todo un cambio de actitud. Esto me quedo claro tras contarme Floyd lo que su abuela - antigüa maestra - le relató acerca de la Segunda República:

"Cuando llegó la República, lo primero que hicieron fue doblarnos el salario a todos los profesores".

Lo que una medida así implicaba era un cambio en la apreciación, en la estima que había hacía los profesores. El Estado, la sociedad, decían de repente: apreciamos a los responsables de la educación el doble de lo que lo hacía el regimén anterior. Tal vez ese sea el mensaje que haya que transmitir: que la importancia, la responsabilidad imbuida en los maestros es merecedora de respeto. Tal vez de esa manera - y mejorando sus condiciones laborales - consigamos que sean de nuevo las personas más capaces, en lugar de los más inútiles, quienes se sientan atraidos por la enseñanza.

jueves, 28 de octubre de 2010

Partidas cortas vs. Partidas largas

Hace poco estuvé viendo Wall Street: El dinero nunca duerme. Una película pasable que ya comentaré en este medio. Aún así, a menudo hay alguna cosa buena que encontrar en pelis así. En esta aparecía brevemente el concepto de tiempo como único recurso a tener en consideración. Uno de los personajes, creo que el de Michael Douglas, decía algo así como "tu único recurso no es el dinero, sino tu tiempo".

Esta bien ese concepto. Me gusta. Puede que sirva para poner en vereda a esos que insisten en perder su tiempo y el de los demás en conseguir más y más dinero.

A un nivel más práctico se encuentra este post en un blog sobre historia y juegos no muy diferente de este mismo.

El tiempo es un recurso limitado y valioso. Desperdiciarlo en juegos que no cumplen las expectativas de los jugadores que han invertido su tiempo provoca desanimo y deserciones cuando se presenta la oportunidad de montar otra partida.

El tiempo del que una persona dispone determina en buena medida que juegos se puede sacar. Esta disponibilidad de tiempo depende por un lado de los compromisos familiares, laborales y otros del jugador. Yo los llamos los "factores externos". Pero también es importante lo que denomino "factor interno", que se trata de la capacidad de aguante de una persona. Su capacidad de permanecer sentado, en una habitación, manteniendo una atención más o menos constante en el juego.

Es por este último factor por lo que me encuentro con gente que declara que "no juego nunca a nada que dure más de hora y media". Están dispuestos a estar jugando una larga tarde, hasta bien entrada la madrugada, pero varias partidas de duración corta o intermedia (2-3 horas a lo sumo). Estas personas han aprendido a situar sus expectativas sobre los juegos al nivel adecuado a sus demandas. Que las opciones y estrategias disponibles no sean demasiado variadas no les importa demasido. Los juegos, por esto, también suelen ser sencillos en cuanto a reglas. Y esto tiene la ventaja añadida de hacerlos más fácil de introducir a un público más amplio, en el que a menudo se incluyen novias, hermanos, familiares y amigos de todo tipo. A esta clase de personas les llamo "jugadores sociales", porque lo primordial es reunirse con otras personas y compartir una experiencia - el juego - aunque éste no tenga demasiada chicha.

Durante muchos, muchos años, juegos como "Monopoly" o "Risk" copaban este sector del mercado. Sin embargo, tenían muchas pegas. Había un importantísimo factor de azar. Se tiraban muchos dados que dictaban prácticamente todo. Y además de eso la duración de las partidas tampoco era corta. Yo he visto partidas de Risk que duraban toda una tarde, y partidas de Monopoly que se eternizaban hasta que el cansancio forzaba un acuerdo entre dos o más jugadores que le acababa dando la victoria a uno de ellos.

A pesar de mis quejas acerca de ellos, los eurojuegos terminaron con el predominio de estos juegos con mucho azar y dieron algo de sentido al tiempo de ocio dedicado al juego de mesa. Todo ello gracias a dos cosas: a) Limitaron el tiempo de las partidas; y b) Introdujeron mecánicas que obligaban a pensar, aunque fuera al menos un poco.

De entre todo el grupo de jugadores sociales, algunos van "quemando" poco a poco sus juegos. Sucede más entre aquellos que juegan más a menudo. A medida que van agotando las estrategias de sus juegos, se compran otros. Lo normal es buscar primero eurojuegos y creadores conocidos, como Reiner Knizia. Sin embargo, muchos de estos juegos a menudo no son más que variantes de un mismo tema o mecánica. El que busca algo nuevo no encuentra nada en ellos. Es entonces, cuando algunos de estos jugadores se vuelven a juegos que requieren más tiempo y dedicación.

No son necesariamente wargames. Las partidas de Civilization, 18XX, o juegos de la editorial Splotter Spellen bien pueden durar 5 horas o más. Lo que sucede es que hay personas que han dado un paso más en lo que era un hobbie y pasa a convertirse en una auténtica afición. El jugador ocasional podrá seguir divirtiendose con Monopoly o Colonos de Catán durante muchos años. Pero el que juega todos los fines de semana se forma otras expectativas. No es que los juegos de más larga duración tengan necesariamente más estrategias y más historia, es que uno tiene unas expectativas acrecentadas y por ello se vuelve a juegos de mayor duración. En el eterno dilema entre si existió antes el huevo o la gallina, mi opinión es que para que hubiera juegos de larga duración, antes tenía que existir personas que estuvieran dispuestos a jugarlos.

Mi opinión está basada en la experiencia de juego que he tenido. Por ejemplo. En 1992 se celebraba el 500 aniversario del Descubrimiento de América por Cristobal Colón. Por compromiso, y para quedar bien, Avalon Hill sacó un juego sobre la exploración de América. "New World" era un juego no demasiado complicado, para 2-6 jugadores, con mucho azar y dados. Esto, reamente, no era malo. Lo malo del juego es que no he conseguido jugar una partida de menos de 6 horas. Y la verdad es que unas mecánicas de juego que están hechas juntando dos palos y una piedra aburren al cabo de hora y media, que es lo máximo que tendría que durar el asunto.

Más recientemente, mis dos partidas de 1856 no han resultado demasiado satisfactorias. Incluso sin el jugador que retraso tanto la primera partida la segunda sesión duró unas 8 horas. Lo malo es que fueron 8 horas de acciones algo repetitivas, y el resultado de la partida - eramos 4, y ganaba yo u otro jugador - estaba bastante claro desde poco después del inicio. Aún tengo esperanzas con el juego. Le echo parte de culpa del resultado a que las dos veces participo un jugador que no era capaz de otra cosa más que arruinarse a sí mismo sin que nadie le hiciera nada. Ya veré que puedo hacer.

Estos son dos ejemplos de como, en ocasiones, hay juegos de larga duración que no dan lo que se supone que tiene que dar algo a lo que sacrificas tanto tiempo. No es oro todo lo que reluce. Antes de adquirir uno juego de larga duración, convendría que cada uno revisase sus expectativas.

lunes, 25 de octubre de 2010

Napoleonic Wars


Este post está dedicado a Ringard y a su familia, quienes juntos han colaborado en proporcionarme algunos buenos momentos.

Ya he hablado en otra entrada acerca del Napoleonic Wars. Pero lo hacía tan sólo de forma superficial, tratando únicamente del problema que tenía el juego con su mazo de cartas sobrecargado y como limarlo. Tras haber sido el juego multijugador al que más he jugado en los últimos dos años, ya es hora de que le dedique un texto algo más profundo.

Esta entrada va a ser algo así como una reseña sobre NW, pero voy a analizar el juego más que a describirlo. Este juego no sólo me ha provisto a mí - y a otros - de una valiosa experiencia de juego que culminó en una interesantísima partida hace 3 semanas. NW también me ha mostrado muchos de los fallos que puede tener un producto aparentemente bien terminado, y es que la experiencia reveló que NW tenía muchos problemas. Solucionarlos, junto con Ringard, ha sido incluso más instructivo e interesante que todo lo anterior.

Y todo eso es lo que pretendo meter en este post.

NW es un wargame para 2-5 jugadores, ambientado en el período de las Guerras Napoleónicas (1805-1814). Un vistazo general al juego da la impresión de ser un CDG, con todas las convenciones que el sistema tiene en juegos como Successors y Hannibal: cartas con texto y un valor númerico; mapa de espacios conectados por caminos ("point-to-point); tropas representadas por fichas de diferente valor como si fueran monedas, generales con dos indicadores numéricos y que se pueden colocar de pie sobre soportes; y un flujo del juego dominado por una fase en la que cada jugador va tomando su turno en jugar una de sus cartas, hacer sus acciones, y pasar la vez hasta que vuelva a tocarle (un sistema por "impulsos" o "pasito a pasito"). Todo esto es tan convencional, y ha aparecido ya en tantos wargames CDG que voy a obviar su descripción.

¿Es, aparte del período que recrea, NW un CDG indistinguible de cualquier otro CDG?. Pues no. Cada juego tiene sus particularidades, y NW tiene naturalmente las suyas, aunque no son tantas como para constituir una categoría o revolución en el sistema como sí ha sucedido con Paths of Glory.

La característica más peculiar de NW, en mi opinión, es que al jugar una carta la puntuación de la misma se puede fraccionar entre diferentes usos. Por ejemplo, una carta de 5 puntos se puede utilizar para mover 1 espacio el ejército A, 2 espacios el ejército B, y comprar 1 refuerzo con los otros 2 puntos que quedan. En mi opinión esta particularidad del diseño vinó impuesta por la necesidad de recrear la dinámica de los ejércitos en las campañas napoleónicas. Por lo que he leído, los ejércitos marchaban separados en cuerpos que se encontraban a alcance como para poder apoyarse mutuamente. El objetivo era rebasar al contrincante y colocarse a su espalda. Para evitar esto, el defensor no tenía otra alternativa más que separar también su fuerza. Si los cuerpos atacantes se encontraban con una concentración enemiga, convergían sobre ella y la derrotaban antes de que pudiera recibir ayuda de las demás concentraciones de defensores.

Era una guerra de maniobra, y el poder fraccionar el uso de una carta recrea bien esto, puesto que se pueden utilizar los puntos para mover diferentes ejércitos en un mismo turno que se apoyan mutuamente si son atacados, y hacer ataques sucesivos sobre el mismo ejército enemigo. El primero para debilitarlo, y los demás para destruirlo. En muchos de los otros CDGs que había jugado antes, cada ejército se movía una vez de forma independiente. Para mover varios ejércitos en un turno había una carta específica de "Campaña" que lo permitía, y aún así los ejércitos movían y combatían uno por uno. En NW sigue siendo posible hacer una enorme concentración de fuerzas en un espacio - lo que se llama un "grupo de ejércitos" - pero mover un apilamiento semejante tiene un tremendo coste en puntos.

Otra característica de NW que me llama la atención es la combinación de dos reglas del juego. Una son las "cartas nacionales". Cada país del juego, incluso los menores que son controlados por los jugadores, tienen una carta propia(o dos, en el caso de Francia e Inglaterra) de la que siempre pueden disponer. Estas cartas son de alto valor (5-6 puntos) y de acuerdo con su valor dan una capacidad especial. Pero lo realmente especial de estas cartas es que tienen un "plus", es decir, que pueden jugarse en el mismo turno junto con otra carta de la mano. O sea, que se pueden jugar dos cartas en un mismo impulso. La otra regla a tener en cuenta es la de "prevención", por la cual el jugador que posea más cartas en la mano tiene la prerrogativa de interrumpir la secuencia de juego entre la vez un jugador y la de otro y jugar un impulso extra.

La combinación de anteponerse a los turnos de otros jugadores, y poder jugar 10-12 puntos de una sóla vez tiene un potencial terrible. Es posible organizar ofensivas con una movilidad y concentración de fuerzas desde varias direcciones como no se ve de otra forma más que en juegos sobre la 2ª Guerra Mundial. La única limitación la impone la regla del "desgaste", por la cual las fuerzas que mueven más de 4 espacios en un mismo impulso pueden sufrir bajas. Aún así, tener el derecho de "prevención" puede convertirse en un elemento importante de la partida. Francia comienza con este derecho en 1805, y a menudo lo mantiene durante buena parte del juego.

Con estos puntos fuertes, y siendo multijugador (porque siempre es más fácil encontrar contrincantes si somos 3 ó más) NW se ha convertido en el favorito de nuestro grupo de jugadores en los últimos dos años, en los que habre acumulado entre 15 y 20 partidas en total. Cuando se trataba de reunir un grupo de gente para pasar un buen rato, NW era nuestra opción tanto como para otros es el Risk, el Monopoly, o el Juego de Tronos.

No han faltado los buenos momentos en tantas partidas. Sin embargo, con la experiencia empezaron a aparecer fallos en el juego que me quitaban las ganas de volver a jugar. El problema que NW tenía con su abultado mazo de cartas ya lo dicutí en el post que mencionaba en las primeras líneas de esta entrada. Este contenía un error en la composición del mazo, que consiste en 20 cartas de 2s, 3s, 4s, 5s, y 6s (cada categoría). Ringard y yo nos juntamos una tarde y quitamos unas 24-28 del mazo. No incidiré más en este tema sino para referirme de nuevo al blog antigüo de Chris Farrell en el que aparece el razonamiento de por qué un CDG multijugador tiene que tener menos cartas que uno de dos jugadores, en lugar de más, como nos indicaría un razonamiento más superficial (más jugadores, más cartas,¿no?).

No obstante, la mayor parte de los problemas de NW se acumulaban en las condiciones de victoria. Básicamente, un jugador recibe 1 punto por cada espacio clave (una localización importante en el mapa) que controle por encima de las que le son natales, menos 1 punto por cada una de estas claves natales controlada por otra nación. También recibe un punto por cada aliado menor que tenga, de los que hay en total 4 (España, Suecia, Dinamarca, y Turquía). Finalmente, se añade también un punto por cada recurso que tenga su país. Un recurso es una opción de robar una carta del mazo, y se consiguen mediante algunos eventos, pero principalmente derrotando ejércitos enemigos y conquistando países.

Otro inconveniente muy grande lo presentaba el final súbito de partida. Imagino que los creadores del juego no acertaron en determinar unas condiciones de victoria súbita que fuesen equilibradas, y por ello las partidas-test que se jugaron debieron ser muy largas, agotando los 5 turnos completos sin que se decidiese nada hasta el final. Para apañarlo idearon la "tirada de paz" por la cual una partida se termina cuando sale un 6 en una tirada de dado al final de cada turno. Se pueden aplicar unos modificadores, y los jugadores tienen la posibilidad de pujar (sacrificando una carta) a favor o en contra de proseguir la guerra. Ni que decir tiene que quien este ganando tiene incentivos de sacrificar carta, mientras que quienes estén perdiendo tienen incentivos de sacrificar cartas para proseguir.

Conforme jugabamos no tardaron en aparecer las aberraciones. Básicamente, los jugadores tendían a ignorar las fuerzas principales del enemigo y gastaban sus recursos en adquirir aliados y claves fáciles de alcanzar. Así, cuando una alianza invadía Francia, lo habitual era pasar olímpicamente de Paris, que tenía un ejército de defensa, y echar una carrera contra los propios aliados para ver quien se apoderaba de más claves galas, como Marsella, Lyon, etc. Todo ello con la idea - bastante lógica, teniendo en cuenta las condiciones de fin de partida y victoria - de sentarse en las claves conquistadas (más bien, robadas) y esperar a que el dado determine el fin de la partida en ese turno.

La situación era absurda, puesto que en lugar de perseguir el objeto primario de la guerra, que era derrotar al enemigo (en este caso, Francia) cada uno perseguía objetivos triviales que, de todas formas, te daban la victoria de acuerdo con las reglas. Más absurdo era el hecho de que quitarle puntos al que estaba ganando a menudo no te beneficiaba a tí, sino a otro. Y es que si hay un empate en puntos entre dos jugadores, la victoria se otorga en orden inverso a la secuencia de juego. Así, Austria podía estar quitandole puntos a Francia, pero no conseguir la victoria para sí, sino para Prusia que no había hecho absolutamente nada en toda la partida. Que ganase precisamente el jugador que no había hecho nada... ¡qué injusto!.

La situación creada por el juego no sólo era absurda e injusta. Lo peor de todo es que era terriblemente aburrida. La mayor parte de los jugadores, incluso si llevaban a la potentísima Francia, hacían lo mínimo posible para llevar una ventaja por 1 punto y esperaban a que el dado diese fin a aquello. Las partidas se alargaban sin que nadie, ni siquiera un jugador con notable ventaja, hiciese más de lo estrictamente indispensable. O por el contrario, la partida se interrumpía en un turno en el que aún estaba todo abierto, y el ganador se decidía un poco por el azar de quién hubiera robado la última clave en el último momento.

En unaa partida en concreto, C_M llevaba a los ingleses y se desentendió bastante de sus aliados continentales, dedicandose a cerrar alianzas con todos los menores a los que pudo pillar. A sus aliados nos salvo el hecho de que el jugador francés fuera algo inepto, pero aún así no teníamos fuerza para finalizar la partida. La victoria se la llevo C_M por los 4 puntos que consiguió por alianzas, para lo cual incluso le tuvimos que convencer de que atacase París con su super-apilamiento de ingleses, turcos, suecos y prusianos. Mientras, Ringard y yo, que habíamos estado pegandonos con el francés la mayor parte del rato veíamos como uno que había estado viendo los toros desde la barrera se llevaba toda la gloria, precisamente por ver los toros desde la barrera. Lo peor de todo era que, a pesar de ir ganando, C_M no tenía ninguna prisa por acabar con la partida, para lo cual hubiera tenido que arriesgarse un poco.

Partida a partida, se han ido introduciendo reformas en el juego con el fin de mantener el interés en seguir llevandolo a la mesa. El mazo de cartas ha sido reducido, aunque en la última partida pude ver como habían retornado algunas cartas que pensé que jamás iba a volver a ver. Los aliados menores ahora dan como máximo 1 punto. Ringard ha ideado un ingenioso sistema de votación oculta por el cual cada jugador determina si va a arriesgar una carta para terminar o proseguir la partida. Se han manipulado un poco las condiciones de victoria para permitir una victoria conjunta contra Napoleon. Esto se supone elimina el correteo de los aliados por los rincones más ocultos de Francia, y su unión en la marcha sobre Paris, pero aún así hay jugadores que vuelven a las andadas.

Incluso después de todas estas correcciones, seguimos encontrando nuevos fallos. El último es España. Comienza 1805 aliada con Francia, y existe una carta "Dos de Mayo" que termina está alianza con Francia. Sin embargo, eso lo único que implica es que España se vuelve neutral. Eso quiere decir que el flanco sur de Francia queda cubierto, y en ocasiones esto es tan ventajoso (como cuando tienes una horda de enfurecidos británicos en la península) que yo hasta me planteo al mismo jugador francés jugando el evento. Tampoco es tan grave, puesto que yo mismo he visto a España retornar al bando imperial tras el "2 de Mayo". Últimamente, Ringard y yo nos hemos estado planteando formas de hacer de España verdaderamente una úlcera del Ejército Imperial.

Mirando hacía atrás, me sorprende un poco la tremenda cantidad de fallos que tiene este juego, que lleva años en el mercado, aunque la verdad sin tanto éxito como otros CDGs y multijugadores. Por algo será. Al final, el mejor indicador acerca de si un juego es bueno o no lo da el mercado, porque lo que es en BGG, en blogs y en las revistas es díficil, sino imposible, hallar una crítica algo negativa, algo justa.

¿Dejaré de jugar a NW?. No creo. Durante estos dos años el juego ha cubierto un nicho en nuestro grupo de juego que ningún otro título podía ocupar. Ahora estoy pendiente de la llegada próxima de otros dos títulos (Sword of Rome y Here I Stand) que también son CDGs multijugador. Ambos le pueden hacer sombra a Napoleon, pero no creo que le hagan desaparecer totalmente. La última partida reveló a todos los participantes que incluso después de tantas vueltas que hemos dado al juego, quedaban todavía aspectos del mismo por explorar.

sábado, 16 de octubre de 2010

Huelgas, mentiras, y Reformas Laborales


Después de haber realizado una purga de sinceridad, me siento con el suficiente ánimo como para poder emitir una opinión aquí sobre los eventos de los últimos meses: la reforma laboral y la consiguiente huelga. Más que un artículo estructurado, lo que sigue son apuntes de opinión sobre aspectos de lo sucedido. Cosas que me han llamado la atención.

Lo más llamativo ha sido la insistencia, por parte de todos los miembros del Consejo de Ministros, en que la reforma laboral propuesta va a aumentar la creación de puestos de trabajo. Ha sido una insistencia machacona, persistente. Una y otra vez, en cada aparición pública, un ministro u otro han repetido que esta reforma va a crear más empleo, más empleo, más empleo. Una insistencia tal únicamente la ha tenido el actual gobierno cuando se encontraba negociando con E.T.A., que no era negociación con E.T.A., sino "proceso de paz". Jamás dijeron "negociación", en lugar de ello siempre "proceso de paz". Parecía como si tuvieran vergüenza de llamar a las cosas por su nombre, y es inevitable pensar lo mismo ahora de la "reforma que va a crear empleo". "No estamos seguros de que esto vaya a funcionar", o "esta reforma no sirve en verdad para nada" puede que fueran frases más honestas. Pero nuestros políticos están a años luz de reconocer errores, y el público español se encuentra a muchos parsecs de distancia de votar a políticos honestos en lugar de a aquellos que cuentan las mentiras que desean oir.

Lo que más me hace dudar de la eficacia de la reforma es la insistencia que desde el exterior - en particular desde el FMI - se ha recibido para su introducción aquí. No voy a poner en duda la solidaridad entre países - por inexistente que sea en la practica - ni que haya un interés egoísta por salvar la economía de nuestro país, interés que tienen inversores extranjeros con inversiones en nuestro suelo. Mas para estas instituciones y países el interés en el bienestar del pueblo español está subordinado a índices económicos, como el PIB, que la presente crisis económica ha revelado como totalmente ineficaces para reflejar la realidad económica de un país.

No sólo eso. Puede que el Gobierno de España se haya mostrado inepto a la hora de preveer la crisis, en darse cuenta de que estaba sucediendo, y en actuar contra ella. Pero la verdad es que muchos de los organismos e instituciones que, desde un pedestal de moralidad económica, exigen reforma laboral a España se han mostrado igualmente inútiles a la hora de predecir una crisis a nivel mundial... ¡cuando la previsión de tales fluctuaciones es precisamente su función principal!. Me refiero de manera específica al FMI y a las agencias de valoración de riesgos, esas que te ponen una puntuación AA+ ó BBB, o como sea. Estas últimas, en particular, dieron el visto bueno (muchas A´s y muchos "pluses") a aquellos fondos de inversión en deuda bancaria americana que han sido los responsables principales de que la crisis económica y financiera americana sea una crisis a nivel mundial, por el contagio de dichos fondos. Todavía me pregunto: si sus valoraciones eran tan incorrectas entonces, ¿qué las ha hecho mejores ahora?. Dentro de muchos bancos - en el mundo, que no en España - se ha hecho limpieza de directivos. No he oído por ningún lado que la escoba haya pasado también por estas agencias.

Respecto al FMI, me remito únicamente a la experiencia de decenios de muchos países, sobre todo en Latinoamérica, donde los "consejos" y "recomendaciones" de dicha institución no han traído la prosperidad prometida, y sí fuertes desigualdades y desordenes sociales. ¿Pero que sabra el FMI de esto?. Para ellos el PIB es un indicador más que suficiente.

Sin embargo, lo que más me convence de que la inutilidad de la Reforma Laboral es mi experiencia laboral personal. Desde mi puesto de trabajo en el escalafón más bajo del sistema financiero de este país puedo deciros que la razón por la que los empresarios de este país echan a la gente a la calle no tiene nada que ver con "el costo del despido". Rebajar lo que cuesta echar a la calle a un currito no va a hacer que las empresas contraten más gente. Las empresas echan a gente y no contratan a más porque los bancos y cajas de ahorro les hemos cerrado el grifo de la financiación. No les damos más dinero. Sin dinero, no pueden pagar a curritos, ni a proveedores. Estos últimos se ven obligados, entonces, a echar a su vez a gente a la calle y a recortar sus pagos a sus propios proveedores. Y estos replican el proceso, por necesidad. Es una cadena de transmisión que difunde el efecto de la falta de financiación por toda la economía, y que comenzó por el sector de la construcción, que fue el primero en perder la confianza de los bancos y la financiación. Pero eso ya lo comenté en otra ocasión.

Si la Reforma Laboral no va a crear empleo, por lo menos ahora que lo necesitamos, ¿a qué fin sirve?. Yo mismo estuve rompiendome la cabeza con la idea. No entendía porque se pretendía aprobar una reforma cuya utilidad no conseguía ver por más vueltas que le diese... hasta que me dí cuenta de que la respuesta se encontraba en dar la vuelta a todo el concepto. La Reforma se ha presentado una y otra vez como "causa", "motor" o "impulsor" de la "creación de empleo". Yo pienso que lo más correcto es decir que la Reforma no es "causa" de nada, sino una "consecuencia".

Francamente, una Reforma Laboral que reduce los derechos y prestaciones de los trabajadores no es causa de ninguna creación de empleo, sino un indicador de que estos derechos o prestaciones están empeorando. Si las condiciones laborales de nuestro país se parecen cada vez más a las de Ucrania o Indonesia y menos a las de Alemania o Cánada, ¿estamos progresando realmente?. ¿O más bien vamos hacia atrás?.

Y es consecuencia del desastre en el que se encuentra este país. Este desastre no sólo es económico, sino también institucional. De hecho es posible que sea más institucional que económico, puesto que las instituciones que deberían evitarnos el mal trago parece que no han hecho otra cosa que precipitarnos en el abismo. Hay para todos los niveles del Estado, pero pienso en especial en muchos de nuestros Excelentísimos Ayuntamientos, y en la corrupción generalizada que en ellos se encuentra. Prueba de ello ha sido que, durante este verano, el acabado sector de la construcción de este país ha propuesto que se ceda parte del IRPF a los ayuntamientos. Nuestros magnanimos constructores, benefactores de la población, creadores de empleo y filantropos de pro no tienen ninguna duda de en que manos acabaría ese dinero. Yo tampoco.

El resultado es que nuestro país se encuentra en una situación de extrema debilidad, en medio de la cual una institución tan desprestigiada como el FMI puede dictarnos condiciones.

¿Se puede hacer algo para evitarlo?. En Francia llevan años perdiendo productividad, uno de los indicadores por los que se nos mide internacionalmente a los españoles, y estos últimos meses están viendo una combatividad por parte de sectores de la población que parece augurar cierto éxito. Por un lado se trata de persistencia. No una huelga general, sino siete (u ocho, yo ya he perdido la cuenta). Y lo último ha sido un bloqueo de refinerías petrolíferas que revela un pensamiento estratégico brillante. Esa gente si que sabe como meter presión a un gobierno. Otras movilizaciones con los mismos ingredientes (persistencia y concentración en sectores estratégicos) hace unos años obligaron al gobierno francés a dar marcha atrás en otra "reforma". La "reforma" de ahora consiste principalmente en un retraso de la edad de jubilación. Como en nuestro caso, se llama "reforma" a lo que es una reducción de prestaciones y derechos.

¿Y aquí?. La ineptitud insitucional de siempre. Y no me refiero sólo al Gobierno. La CEOE tiene un severo problema de liderazgo. Y nuestros sindicatos salen perdiendo cuando comparamos su actuación con la que tiene lugar en Francia. En primer lugar la falta de persistencia. Una única huelga general, y ya está. También llama la atención la fecha de convocatoria de la huelga. La aprobación del decreto-ley (¡cómo no!) de la Reforma en el Consejo de Ministros tuvo lugar a comienzos del verano, pero la huelga se ha convocado para cuando la temporada estival está bien terminada. Para ser un grave ataque a los derechos de los trabajadores, la reacción de los sindicatos a la Reforma no ha tenido nada de urgente. Creo que todos hemos pensado en que los buenos de los sindicalistas querían esperar a acabar sus vacaciones de verano, y a que sus hijos estuvieran en las escuelas para tener algo de tiempo libre que dedicar a esto de la huelga.

Pero el retraso en la convocatoria de huelga ha sido mucho mayor que sólo un par de meses. Si esta huelga se hubiera convocado hace 2 años, cuando 2 millones de personas estaban comenzando a perder sus puestos de empleo, los sindicatos hubieran podido contar con 2 millones de respaldos más en su movilización. Era gente que no tenía nada que perder, puesto que sus puestos de trabajo estaban en juego. En cambio, lo de ahora ha sido bastante rídiculo. Casi la única movilización que han podido conseguir los sindicatos la han logrado por intimidación. Y lo cierto es que incluso intimidando se encuentran en desventaja, ya que la mayoría de los que todavía mantenemos nuestro puesto de trabajo nos encontramos más intimidados por los jefes que por cuatro tíos con palos y pancartas.

En resumén, que está huelga general ha tenido bastante de paripé, de mero trámite. Parece que unos sindicatos sin ánimo real de lucha han cumplido con su ceremonia de protesta y retornan al apaciguamiento de siempre.

Y es que los parados son precisamente la parte de la masa laboral a quién no representan los sindicatos. De hecho, y si tenemos en cuenta el importante número de parados extranjeros (millón y medio, según creo) que no pueden votar, se puede decir que a los parados no les representa nadie en niguna institución con poder efectivo en este país. No los representan ni el gobierno, ni los sindicatos, ni ningún partido político. Ahora mismo se han convertido en una molestia, por la carga que sus prestaciones supone para el déficit público. No puedo evitar preocuparme. ¿Estaremos asistiendo a la creación de una clase baja de mayoría extranjera condenada a residir para siempre en ghettos?. Me pongo a pensar en algunos barrios de Francia y Estados Unidos, y los veo formandose en este país.

No voy a despedirme sin antes emitir una voz de esperanza: mi sugerencia de solución, de salida de esta crisis. Si la causa principal de la perdida de empleo se encuentra en la falta de financiación de las empresas por parte de las instituciones financieras, que no pueden asumir el riesgo, entonces tendría que ser el Estado - que no puede quebrar como sí lo hace un banco - quién asuma el riesgo y financie a las empresas privadas, que crean empleo de manera más efectiva que cualquier organismo público.

Naturalmente, no estoy planteando financiar sin medida a todas las empresas. Se tendría que hacer cierta selección. La construcción tendría prácticamente vetada la financiación. Se trata de no repetir errores. Se pueden financiar empresas en sectores elegidos estratégicamente para promover una reforma de la estructura productiva del país, encauzandola a sectores más modernos y competitivos. Otro requisito que tendrían que cumplir las empresas que optasen a la financiación sería tener al día su contabilidad y la aceptación de una auditoría de sus cuentas, para ponerlas al día con Hacienda. Se hace imprescindible sacar a la luz ese 16-25% de economía sumergida que en este país se nutre de los beneficios que el Gasto Público hace, por ejemplo, en infraestructuras, pero sin aportar un duro a ese bienestar. Creo que es razonable pedir a muchas empresas que paguen lo que han escamoteado como llave para su propia supervivencia.

Nada de esto saldría gratis. Las medidas que he sugerido arriba requerirían un incremento enorme del déficit público. Incrementar el endeudamiento del Estado ahora que los ingresos por impuestos (a pesar de incrementarse las tasas de los mismos) caen por el bajo nivel de actividad parece suicida, y tiene muchos detractores. Pero la verdad es que es justo lo que más hace falta ahora mismo. El Estado puede asumir un nivel de endeudamiento a corto plazo mucho mayor del que muchos (el propio gobierno, la oposición, el FMI y la Unión Europea) parecen creer. Y ese endeudamiento es tanto más asumible cuando se dedica a medidas que realmente hacen recuperar la actividad empresarial y generar empleo, incrementando con ello los ingresos por impuestos. Con los ingresos incrementados el déficit, al final no sería tan grande.

jueves, 7 de octubre de 2010

Los Pilares de la Mierda

Dicen las malas lenguas que Donald Sutherland perdía la cabeza por ser aceptado en el casting

Esta no es una entrada normal de este blog. Es la primera entrada de toda una serie en este blog. Es la primera entrada de "Series TV que no he visto". En esta serie, en un ejercicio de dogmatismo sin par, me propongo poner a parir series de TV que - la verdad sea dicha - no he visto.

El sentido común le dice a cualquiera que, para hacer una crítica de una serie, una película, o un libro primero hay que haber visto la serie o película, o haber leído el libro. A primera vista, parece lógico. ¿Cómo se puede emitir una opinión acerca de algo o alguien sin haberlo conocido antes?.

Para mí, este criterio no cuenta siempre. Si la película, serie o libro son una mierda como una catedral, verlos o leerlos para poder emitir una opinión sobre ellos es hacer el gilipollas. Es como decir que tendríamos que probar la mierda antes de emitir una opinión negativa sobre la misma como alimento. Francamente, no necesito probar la mierda para saber que no me va a gustar. No tengo previsto, haciendo pleno uso de mis facultades,comer mierda tanto en el sentido literal como en el figurado. Creo que este punto de vista mío ya lo he dejado claro en anteriores comentarios míos sobre algunos juegos de mesa a los que reconozco que no he jugado.

Mi opinión es dogmática y subjetiva. Pero por lo menos tengo un criterio, que acabo de explicar. Y, sinceramente, mi opinión siempre es mejor que la de cualquier sujeto que conozco. Y al decir esto, soy más dogmático y subjetivo, pero lo cierto es que no necesito conocer la mierda de opiniones de los demás.

La primera serie en caer es "Los Pilares de la Tierra". Lanzada a bombo y platillo por el canal Cuatro, esta serie lo tenía todo para ganar: un "casting" con algunos buenos actores, una aparente riqueza de medios que se ve en la ambientación de la época medieval, la propia campaña publicitaria de la cadena y - lo mejor de todo - que es una adaptación de una (sino la) novela de mayor éxito de los últimos decenios. Es cojonudo, no sólo tienes los actores y mucha pasta, sino también un guión de puta madre practicamente hecho. Esto es lo más díficil. Cuando se tiene todo, y más horas de metraje que con una película, ¿en que la puedes cagar?.

Ahora bien. Siendo está una de las "series TV que no he visto" he de confesar que sí he visto un capítulo de esta serie. En concreto la segunda emisión de la serie en Cuatro. Algunos diréis que comienzo la serie con una mentira, pero permitidme que concrete que, ver un capítulo o dos de la serie no es haber visto la serie. Ver una serie es verla entera. Yo no he visto entera esta serie, luego es una serie TV que no he visto.

Volviendo a los Pilares de la Tierra, la mayor parte de lo que ví me gusto. Estaba bien, a pesar de que Cuatro estuviera decidida a rentabilizar su autopromoción tajando el capítulo con bloques publicitarios. Había malos muy malos, y algo estúpidos, y buenos muy buenos, listos e ingeniosos. La historia era algo maniquea, pero eso forma parte de la diversión. Uno sufre con los buenos, se pone de su lado, y odia a los malos. Es una forma que muchas historias similares tienen de involucrar personalmente al espectador o lector. Es algo pueril, pero no tengo nada en contra. Yo mismo caigo prendado de argumentos así muchas veces... si están bien hechos.

Lo que ví, básicamente, era una Inglaterra medieval algo ficticia. Un rey - Esteban - está librando una guerra civil con otros pretendientes al trono que ha adquirido mediante malas artes (asesino al rey anterior, tengo entendido). El capítulo comienza haciendo ejecutar a un noble pese a las apelaciones de la hija y el hijo de éste. Tras burlarse de él, Esteban invita al joven a adquirir armas y un caballo y unirse a su ejército para recuperar la estima real. A lo largo del capítulo, el joven aspirante a caballero y su hermana se dedican a realizar transacciones comerciales con lana (una actividad totalmente indigna para dos descendientes de la nobleza) a fin de poder costearse el equipo para la guerra.

Durante el capítulo suceden bastantes más cosas, con muchos más personajes, pero llegado un momento, Esteban visita la construcción de una catedral, que es el eje principal de la historia. Durante la visita el deshonroso rey tiene un ataque de epilepsia, o algo parecido, tras recibir noticias de una derrota catastrófica en la guerra civil. Corte publicitario.

Termina la publicidad. Sale la imagen de una batalla en un castillo, y debajo, una línea nos advierte "Castillo de Nosédónde. Cuatro años más tarde". Los que habían ganado la batalla decisiva antes de la publicidad ahora están acorralados. ¿Cómo?. No se explica. El jovén patán aspirante a caballero ahora es un guerrero "misterioso" (va enmascarado, en una burda copia del Guerrero del Antifaz) que reparte mamporros como nadie, le falta un cacho de oreja, y el rey Esteban le quiere mucho, mucho. ¿Cómo es posible que el astuto rey Esteban, que asesino para llegar al trono, acoja en su corte a un joven armado cuyo padre mando ejecutar, y encima le colme de honores?. ¿Cómo perdió el trozo de oreja?. No se explica. Yo, antes de la publicidad no me hubiera esperado algo así. No sólo eso. Su hermana, que iba vestida con harapos antes de la publicidad, y era tan denostada como su hermano, se ha convertido en un hermosisíma joven, lujosamente vestida, y además tiene pasta por un tubo. ¿Cómo ha conseguido juntar ella sóla tanto dinero, cuando en toda la hora anterior de serie su hermano y ella lo pasaban putas para juntar cuatro monedas?. No tengo ni idea. Invertiría en Terras y vendió justo antes de que bajasen en Bolsa. Tampoco me explico como ella ha conseguido la aceptación en la corte si el origen de su riqueza no es la propiedad y las rentas de tierras - la única forma de riqueza reconocida como tal por la nobleza - sino el comercio de lana, actividad digna sólo de mercaderes plebeyos. ¿O esta serie (y la novela en la que se supone está basada) no recrean fielmente la Edad Media?.

En fin, que vuelvo de mear mientras echan la publicidad y una historia que transcurría con orden, sentido, y emoción de repente cambia radicalmente sin explicación alguna. Muchas preguntas y ninguna respuesta. Tan sólo un "Cuatro años más tarde". ¡Tocate los cojones!.

No me quejo del cambio radical en la historia. Todas las preguntas que he planteado, y muchas más, seguramente quedan bien explicadas en la novela. Pero el caso es que yo no me he leído la novela, y no se puede esperar que este obligado a hacerlo para poder entender la serie si se hacen las cosas bien. Sencillamente, es criminal que el guionista, director o productor de turno hagan una adaptación tan torticera en la que se sigue más o menos el libro pero dejando demasiadas cosas sueltas o saltandote eventos importantes. Los saltos en el tiempo son tanto más criminales en cuanto en una serie como está se tiene más metraje que en muchas películas también basadas en libros.

El meollo de todo el asunto es que en toda adaptación cinematográfica de una novela algunas cosas se han de quedar fuera. No es sólo la limitación de tiempo (metraje) que tiene el productor o director, sino más bien la propia estructura del medio a través del cual se transmite la historia. Una libro permite más licencias. Dar explicaciones más largas y complejas a eventos y personajes. Puede jugar con el orden temporal de la narración con mucha más facilidad que una serie o película (aunque hay películas que juegan muy bien con esto, como "Memento"). Una película o serie no se pueden permitir dejar la imagen congelada durante media hora mientras una voz en "off" va explicando con pelos y señales lo que acaba de suceder, sus orígenes, y sus consecuencias. En un libro, esto es posible (aunque si el autor abusa de la técnica, la obra se convierte en un tostón insufrible).

Los directores y productores que entienden bien esto saben que no tiene sentido pasar literalmente la novela a escenas fílmicas, tras haber cortado algunas escenas por falta de metraje. En vezde esto se hace una adaptación. Y esto quiere decir que se hace una película reescribiendo el guión desde cero. Las ideas son las de la novela, pero si se hacen las cosas bien, no se traslada el libro a imagenes. En vez de eso, se reinventa. De esta manera la película o serie mantienen una estructura coherente dentro de sí mismas, sin cortes o cabos sueltos que resultarían de tomar la historia de otra parte sin cambiar la estructura pero quitando cosas por motivos (económicos de producción) que nada tienen que ver con la narración.

Hay buenos y malos ejemplos de esto. "Apocalipsis Now" es una adaptación de "El Corazon de las Tinieblas" de Joseph Conrad, pero es tan libre como para haber cobrado vida propia y haberse convertido en una leyenda del cine en sí misma. Hay una adaptación más literal, con Tim Roth y John Malkovich, de la que creo que casi nadie ha oido hablar. En Alatriste se empeñaron en meter 4 libros en una sola película, y el resultado tenía necesariamente tantos saltos en el tiempo y en el argumento que este da una impresión confusa. Solo tiene sentido si te has leido (y porque te has leido) los libros. De la saga Milenium he leido la primera novela y he visto su versión fílmica. En esta última han hecho unos cuantos cambios, y el resultado es una películar policíaca bien hecha, mientras el libro es un coñazo sobre todo en las 100 últimas páginas, que la película resuelve en breves minutos con eficacia. "El paciente inglés", ganadora de varios Oscar, dicen que tiene poco que ver en el desarrollo de la historia con la novela en la que se basa, aunque toma sus ideas, sus personajes, y logra transmitir sensaciones similares. La adaptación de "El Señor de los Anillos" de Peter Jackson no me gusta, aunque por otras razones, mas he de reconocer que si se tiene en cuenta la historia independientemente del libro, el resultado es bastante aceptable.

Y es que, cuando se quiere evaluar - y criticar - una adaptación de estas. Lo mejor es ignorar totalmente la novela y concentrarse en como transcurre la historia que tenemos delante, sin compararla con su fuente. Esta es la base de una crítica objetiva de una adaptación.

En resumen, a la hora de hacer una adaptación a formato audiovisual de una novela, el camino hacia el éxito pasa precisamente en olvidarse de la novela y concentrarse en hacer una buena película o serie.

Los Pilares de la Tierra me ofrecieron una prueba evidente de que se han saltado esta norma, y la historia que uno ve en la pantalla se resiente por ello. Hay tanto empeño (tal vez, respeto) por trasladar sin cambios la novela a formato audiovisual que, cuando finalmente hay que hacer sacrificios a las limitaciones del medio, la historia que contemplamos sufre y se queda coja.

Hace muchos, muchos años, cuando uno seguía semana a semana una serie con fidelidad, hubiera visto "Pilares de la Tierra" hasta el final, perdonandole sus defectos. Sin embargo, ahora, cuando es posible descargarte capítulos más rapidamente que la velocidad a la que puedes verlos, se impone tener un criterio y elegir. Mi tiempo es valioso, y las series son muchas, y sólo puedo dedicar parte del mismo a ver unas pocas: las mejores. Esto es aún más cierto cuando además te saturan de publicidad. Pilares de la Tierra no es una mala serie, pero no es buena ni de lejos.

En mi próxima entrega de "Series TV que no he visto" os hablaré de "Sexo en Nueva York" (Sex and the City). Una serie que trata acerca de una vieja furcia y sus tres hijas.